¿Enseñar el Liderazgo o formar realmente líderes?
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¿Podemos enseñar el liderazgo? Si tomamos la palabra “enseñar” en el sentido de “trasmitir conocimientos”, muchos líderes pensarían entonces que el liderazgo no puede enseñarse. Tener conocimientos sobre el tema no es suficiente para hacer de una persona un líder. Tener “la cabeza bien llena”, para utilizar una expresión de Montaigne, no garantiza que sabremos cómo alcanzar nuevos objetivos, a veces audaces, implicando a toda una colectividad o a una sociedad.
Como la misma palabra lo indica, el liderazgo es una dirección que proviene de la persona. Dirigimos como somos[1], a pesar de los conocimientos recibidos y de las “teorías” a las cuales estuvimos expuestos o a las cuales adherimos, con los talentos (dados y ausentes), las cualidades y defectos, las fuerzas y debilidades, las habilidades y torpezas personales. ¿Cómo desarrollar el liderazgo, entonces? ¿Cómo lograr la formación para ello?